Por Ana María Zambianchi*
El sí y el no entre consentimiento y rechazo es el título de la jornada que nos convoca al trabajo.
El argumento de las mismas plantea “que el curso de la experiencia de un análisis transcurre en una dialéctica de elecciones y decisiones….
La bejahung inaugural de un análisis convoca a analista y analizante. Del lado del analista, la afirmación es un sí a la palabra y un consentimiento a la escucha; del lado del analizante se producen consentimientos y rechazos. Es responsabilidad del analista convalidarlos o rehusarlos. Su intervención es crucial para la precipitación de los distintos momentos de la cura”.[1]
Nos referimos al consentimiento denominándolo el oscuro problema del consentimiento, y cuando lo hacemos queda concernido en ello el asentimiento del que dice querer analizarse, el abrirse a implicarse en la causa subjetiva. Pero también está la posición del analista, posición de acogida como dice Miller y posición de evaluar la posibilidad de un análisis.
Para Freud la sugestión ha sido uno de los nombres del consentimiento, numerosos artículos escribió preocupado y tratando de poder llegar a la raíz y deslindar el trabajo analítico de la simple influencia del médico allí.
Freud deslinda la terapia analítica de la hipnótica en la “Conferencia 28 La Terapia Analítica”, allí dice: “A la luz del conocimiento que hemos obtenido del psicoanálisis, podemos describir del siguiente modo la diferencia entre la sugestión hipnótica y la psicoanalítica: La terapia hipnótica busca encubrir y tapar algo en la vida anímica; la analítica, sacar a luz y remover algo. La primera trabaja como una cosmética, la segunda como una cirugía. La primera utiliza la sugestión para prohibir los síntomas, refuerza las represiones, pero deja intactos todos los procesos que han llevado a la formación de síntomas. La terapia analítica hinca más hacia la raíz, llega hasta los conflictos de los que han nacido los síntomas y se sirve de la sugestión para modificar el desenlace de esos conflictos”[2]…. “Además después que hemos reconducido la sugestión a la transferencia, ustedes comprenden a qué se debe esa sorprendente caprichocidad de la terapia hipnótica, mientras que la analítica es calculable dentro de los límites”[3]
Más adelante treinta años después retoma el tema de la sugestión en “Psicología de las Masas y Análisis del yo”, e intenta esclarecer el oscuro problema de la sugestión apoyándose en el lazo libidinal, sustento de la transferencia y de la autoridad analítica.
Ahora bien Lacan en varios textos coincide con Freud respecto de qué es la terapia analítica, pero irá más allá al señalar como se sostiene para él la autoridad analítica.
Porque es desde la autoridad analítica donde se asume responsablemente la conducción de una cura, tanto el comienzo como el final.
En la dirección de la cura, dirá Lacan, no basta con el lazo transferencial para sostener un análisis.
“Ya se pretenda frustrante o gratificante, toda respuesta a la demanda en el análisis reduce en él la transferencia a la sugestión. Hay entre transferencia y sugestión, éste es el descubrimiento de Freud, una relación, y es que la transferencia es también una sugestión, pero una sugestión que no se ejerce sino a partir de la demanda de amor, que no es demanda de ninguna necesidad”.[4]
Lacan nos muestra cómo a través de la identificación con el objeto Freud encuentra la salida del atolladero de la sugestión. “Aquí se encuentra el exit que permite salir de la sugestión. La identificación con el objeto como regresión, porque parte de la demanda de amor, abre la secuencia de la transferencia (la abre, y no la cierra), o sea, el camino donde podrán denunciarse las identificaciones que, deteniendo esta regresión, la escanden”[5]
Es por allí, que va a ir más allá de la demanda, al no satisfacerla, posibilitando el camino al deseo desconocido, al objeto y al goce que lo sostiene.
Por eso no basta un sí en el comienzo, no basta como dirá Freud, tener un boleto de tren en el bolsillo, hará falta el querer tomarlo, hará falta más de un consentimiento y un rechazo que lleven al sujeto a dejarse conmover y ceder frente a su goce.
Ana María Zambianchi, directora -junto a Alejandra Breglia-
de las 34° Jornadas Anuales de la EOL.
NOTAS
- Cartel Epistémico, Argumento de las 34 Jornadas anuales de la EOL, https://jornadaseol.ar
- Freud. S., “Conferencia 28 La terapia analítica”, Obras Completas, Tomo XVI, Amorrortu, Bs. As, p.410
- Ibid., p. 411.
- Lacan. J, “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos 1, Siglo XXI, 2009, p. 604.
- Ibid., p. 605.
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