Jacques-Alain Miller
Enigma y cita encuentran un lugar, en la construcción de Lacan, en la distancia que separa el enunciado de la enunciación. Ya es ser lacaniano hablar aquí de distancia.
Juego del enunciado y de la enunciación
En efecto, para la lingüística general de Benveniste y de Jakobson, no hay distancia sino continuidad entre enunciación y enunciado, en tanto que – cito a Benveniste – la enunciación es el acto mismo de producir un enunciado. Hay una continuidad entre el acto de enunciación y el acontecimiento del enunciado. En ese marco comprendemos que no haya enunciado sin enunciación y tampoco enunciación sin enunciado. El enunciado-objeto es concebido como el producto de la enunciación-acto, la que no merece su nombre sino por producir el enunciado.
La dialéctica lacaniana del enigma y de la cita, supone que la enunciación esté separada del enunciado – es un punto de vista contrario al de la lingüística general – y cada uno de ellos, enunciación y enunciado, juega solo la partida.
En lingüística general, el acto de enunciación implica al locutor que es el enunciador. Figura en el enunciado bajo la forma del pronombre personal Yo. Ese “yo” designa a la persona que enuncia “yo”. Yo se refiere, por lo tanto, a la situación existencial del locutor. El Yo pertenece en la lengua a la clase de los shifters, en inglés. Nicolás Ruwet, el traductor de Jakobson, lo tradujo como embrayeurs [2], que tienen la propiedad de unir el enunciado a la existencia actual del enunciador, aquí y ahora. El enunciador, productor del enunciado, se inscribe en el enunciado. Se inscribe allí con la forma del Yo. El Yo es el del enunciador.
Para Lacan no es así, y llama sujeto del enunciado al enunciador designado en el enunciado como el Yo, diferenciándolo del sujeto de la enunciación propiamente dicho, que asimila al sujeto del deseo. Ese sujeto de la enunciación puede permanecer implícito en el discurso como en el ejemplo que Lacan toma de un lingüista: ¡Fuego! – donde no hay una marca del locutor. El peso de la enunciación puede captarse en ese grito sin ninguna marca del enunciador. El sujeto de la enunciación queda implícito. No sólo puede permanecer implícito, sino que Lacan lo ubica, en el enunciado, también en otros lugares diferentes del Yo. Es lo que ilustra con el ne expletivo en la frase. Temo que venga[3]. Ambas tienen el mismo sentido, aparentemente puede decirse con el ne expletivo Je crains qu´il ne vienne. Ese ne es una partícula suplementaria que intensifica el efecto del temor. Según la interpretación de Lacan, allí asoma el sujeto de la enunciación, que es el sujeto del deseo. Vayan a las páginas 632, 633 y 761 de los Escritos.
Eso es la enunciación en el sentido de Lacan, separada del enunciado. Es la gran oposición entre la lingüística general y la lingüistería lacaniana.
El enunciado y la enunciación se sitúan en planos diferentes en dimensiones diferentes. Lacan habla precisamente de una diferencia de nivel. A partir de allí, puede concebirse hacer funcionar la enunciación sin enunciado y el enunciado sin enunciación -lo que no ocurre en la lingüística general.
Enigma y cita
Lacan lo trabaja en sus definiciones correlativas del enigma y de la cita. El enigma, dice, “es una enunciación sin enunciado”, mientras que la cita es un “enunciado sin enunciación”.
Efectivamente, el enigma tiene sentido, pero ustedes no conocen su significación. Incluso por eso es el “colmo del sentido”, como lo indica Lacan en la página 579 de los Otros escritos. Les corresponde a ustedes buscar esa significación y hacerla pasar al estado de enunciado dando la respuesta al enigma, la respuesta a la que llama el enigma.
Por el contrario, ¿qué es lo que se cita? Se cita un enunciado. Ustedes conocen la significación, pero no conocen el sentido. Para alcanzarlo, para saber por qué ese enunciado, necesitan precisar quién lo dijo, cuál es el sujeto de la enunciación, su situación existencial, y toda la carga que lleva.
En el Seminario El sinthoma, el matema del enigma está escrito Ee, parece que E por enunciación y e por enunciado. Digamos que es el matema del enigma – no voy a discutirlo aquí, pero podríamos hacerlo, porque no vemos cuál sería correlativamente el matema de la cita. Habría que imaginar que sería una e seguida de una E – lo que no es muy convincente. Después de todo, podría considerarse como el matema de los dos a la vez, según la lectura que se le dé.
Lacan se inspira aquí en el artículo de Jakobson sobre “Los conmutadores, las categorías verbales y el verbo ruso”, publicado en 1963 en sus Cursos de lingüística general – Lacan debió conocerlo en esa fecha – después de una publicación original en 1957. Allí el enunciado está escrito con una e en posición de exponente, y el acto de enunciación con una a. Lo que nos da un proceso del enunciado que Jakobson escribe C y e como exponente (Ce) y un proceso de la enunciación que escribe C y a como exponente (Ca). El matema de Lacan tiene, formalmente, la misma estructura.
Potencia del enigma
Por el contrario, ¿qué es la cita en relación con el enigma? Lo he dicho, la cita es un enunciado. Para alcanzar la enunciación, hay que tomar en cuenta las coordenadas del deseo del enunciador, su contexto y su situación existencial.
¿Qué empuja a citar sino los enigmas que circulan entre las líneas del texto de Lacan? La cita de las líneas no disipa los enigmas. Por ello, el movimiento, la progresión de las citas no tiene más principio de detención que la fatiga de los redactores – hasta la próxima.
De este modo, el estilo de citar de los alumnos de Lacan puesto en marcha por el enigma, está separado del estilo constantemente enigmático de Lacan que quiere escapar a cualquier captura a partir del enunciado. Cito a Lacan en El sinthoma, página 66: “El enigma es un arte que llamaré de entre las líneas”, de escribir entre las líneas. En la página 151 califica a Joyce como “escritor por excelencia del enigma”. ¿En qué piensa sino en su propia práctica del enigma?
Sus alumnos se dedican a transformar su enunciación en enunciado, sus enigmas en citas. A esta transformación la llaman explicar a Lacan. Estoy en eso, como otros. Incluso me he acostumbrado a que me gratifiquen por la claridad de mi enunciación, es lo que me permite redactar línea por línea, palabra por palabra, los enunciados de los Seminarios. Me he tomado, sin embargo, el deber de conservar en el entre líneas su poder del enigma. Si el enigma es un arte y fulgura, la cita es un artesanado, una labor, un tiempo para comprender que se prolonga indefinidamente sin encontrar el momento de concluir.
Traducción: Silvia Baudini
NOTAS
- Publicado originalmente en L´Hebdo blog el 3/3/24, disponible en https://www.hebdo-blog.fr/double-je/ Extracto de una conversación con Erik Porge que se llevó a cabo en la Librería Tschann, en París, el 14 de junio de 2023. Texto establecido por Pascale Fari, con su amable autorización. La intervención de J.-A. Miller está disponible en el canal YouTube Miller TV con el título Doble “yo”: https://youtu.be/SR3gpBj8f54.
- Conmutadores en español
- En francés esta frase puede decirse de dos maneras: Je crains qu´il ne vienne o Je crains qu´il vienne; ambas tienen el mismo sentido.
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