Lacanianos Con Y Sin Escuela

Beltrán César*

J-A. Miller, en su curso, El banquete de los analistas refiere que “hay lacanianos sin Escuela y hay lacanianos con Escuela” [1]. Lacanianos con y sin Escuela sitúa una cuestión, en principio, como espacio topológico, entendido este último desde las estructuras matemáticas, el cual, se encarga de estudiar las funciones de convergencia, conectividad, continuidad y vecindad, usando subconjuntos de un conjunto. Partiendo de esta concepción, el conjunto que reúne a los psicoanalistas con y sin Escuela, es la orientación como un conjunto, del cual, luego se puede tener cierta convergencia, continuidad, quizás hoy más que antes, conectividad y hasta cierta vecindad con la Escuela. El conjunto de los psicoanalistas lacanianos encuentra un espacio topológico dado como el cartel, donde se reúnen los lacanianos con Escuela y los lacanianos sin Escuela, como único espacio que no delimita un interior de un exterior.

La relación entre los lacanianos que están en el interior como de los que están en el exterior de la Escuela es verificada por la formación que sostenemos quienes estamos identificados al psicoanálisis de la orientación, en la cual, los que están por fuera participan activamente en jornadas, supervisiones, seminarios, cursos, posgrados, etcétera con los lacanianos que están por dentro, pero esa transferencia, no convoca necesariamente, al lazo a la Escuela.

La identificación al psicoanálisis no deslinda el lazo a la Escuela y, sin embargo, deja entre-ver lo que hay en el interior: el psicoanalista de la Escuela. ¿Qué es un psicoanalista? es la pregunta misma que cada analizante intenta responder llevando su análisis hasta el final y, que deja en su transmisión, la decisión de sostener el lazo a la Escuela.

J-A. Miller sitúa un problema en los tiempos en que se constituyó la Escuela de Lacan, la cual, estuvo situada en dos momentos: un primer momento Lacan funda la Escuela (1964); en un segundo momento, establece el psicoanalista de la Escuela (1967). Esta articulación entre el psicoanalista y la Escuela no adviene por efecto de la formación y, en este sentido, Miller muestra que “debemos reconocer que aquí hay que buscar una articulación. Este doble tiempo permite captar una articulación que no cae de su peso y que incluso se podría construir como antinómica…” [2]

Buscar la articulación entre el psicoanalista y la Escuela parece ser el trayecto de un analista que inicia el camino de formarse con otros lacanianos, con los del interior y con los del exterior, y del cual solo podrá responder con la desigualdad singular obtenida de un análisis. Sin embargo, el problema insiste ¿Qué psicoanalista para la EOL? ¿Qué lugar para los jóvenes lacanianos?

Con el suceso inesperado para muchos por lo sorpresivo del comunicado de la AMP sobre la Nueva Política de la Juventud, reaparece la tensión ¿irreductible? entre el lazo Escuela y analista, los del interior con los del exterior. La diferencia, dentro de esta tensión, se plantea para los jóvenes lacanianos del exterior, en el sentido de la puerta como entrada, la cual, tal vez, también sea de salida, habrá que entrar y ver. La Nueva Política de la Juventud provoca una invitación, no a tocar la puerta, como quien espera que el Otro abra, sino abriendo la puerta desde el interior del psicoanálisis, pero desde el exterior de la Escuela, como inicio del camino cuyo recorrido creo, involucra la puesta en forma del sostén de un deseo analítico. Sostén engañoso e impuro pero que busca hacer lazo.

* Practicante del psicoanálisis Bahía Blanca, (NPJ), integrante comisión de difusión EOL Blog, egresado del ICdeBA.

[email protected]

NOTAS

  • Miller, J-A., El banquete de los analistas. Paidós, Buenos Aires, 2000, p. 214.
  • Ibid., pp. 216

Comments are closed.

Navigate