Por M. Eugenia Chiesa*
Recorro la película 37 segundos. Leí que el cine funciona como pasador de lo real a lo simbólico a través de lo imaginario. Lo femenino me interroga. La literatura y el cine auxilian en este decir.
El sujeto no es asunto de cronología. La protagonista es Yuna, de 23 años. Parálisis cerebral de nacimiento, paralizada en posición de niña-desvalida.

Pablo Siquier
Sabemos del estado de indefensión del cachorro humano, de la importancia de la función materna en los cuidados y cifrado; somos seres hablantes y hablados por Otro. Yuna habita el mundo, bajo la mirada estragante de su madre quien confunde sacrificialmente los cuidados maternos con el don de su amor. Llena el vacío con la papilla asfixiante de su voz y no hay lugar para la de su hija. Desnuda y manipula su cuerpo y la desnudez se fusiona dentro de la bañera desbordante de goce, sin registro de que debería haber dos cuerpos. Dimensión anterior al abuso, de uso de ese cuerpo-objeto que no ha dejado de pertenecerle.
La madre hace muñecas y su hija es significada como una más a vestir y desvestir, en esa quietud plástica, donde el tiempo, detenido, evitó el encuentro con su ser sexuado. La madre en su monólogo, es sorda a Yuna, quien casi no puede sacar su voz.
Miller (2005) propone que la madre sólo es suficientemente buena, si no lo es demasiado, a condición de que los cuidados que prodiga al niño no la disuadan de desear como mujer.
Yuma evidencia a esa demanda materna como más pesada y limitante que la parálisis cerebral. Con trazos paternos arma el dique frente a aquello que no va a dejar de desbordar, no consintiendo al lugar de muñeca dañada del Otro, saliendo del encierro alienante.
¿Puedes perderme? Movimientos y cortes: extimidad, que sitúa la posibilidad topológica de un adentro-afuera pensable desde la lógica, que reorganiza la cartografía imaginaria y su filiación simbólica. La intimidad encontrada puertas afuera.
Decide una huida que introduce una hiancia, un límite a la fusión con la madre. Diferente a la repetición que la deja sin identidad y sin cuerpo, otro encuentro -tyché- que dará un viraje a su vida. Le hablan de mujer a mujer: “con experiencia sexual llegarás lejos”. Enigma que resonando dará lugar a trazos de lo femenino. La sexualidad excede la genitalidad, y su recorrido incluirá a la palabra, el lazo, la coquetería, el agujero del saber y sobre todo la mirada. Movimiento, pasaje de ser objeto de mirada vulnerable a su propia manera de mirar, sensual, atrapante. Objeto muy presente en la subjetivación de su sexualidad.
Separación; libertad frente al estrago y circulación por terrenos desconocidos, más allá del par casa-trabajo… la exogamia es cualquier lugar, menos uno. Rodeos necesarios para ser, no sin el Otro, pero tampoco enteramente en él.
37 segundos es el tiempo que estuvo sin respirar, el tiempo de la parálisis. Se interroga qué hubiera sido sin estos 37 segundos de falta de aire. No se queda paralizada en la búsqueda de un sentido inexistente al agujero, lo bordea. Al moverse, hace con lo que hay. Y respira, y ríe.
* Lic. en Psicología. Practicante del psicoanálisis en CABA. Cursante del ICdeBA. Cartelizante EOL. [email protected]
BIBLIOGRAFÍA
- Película 37 segundos. Directora: Hikari. Japón. (2019)
- Barros, M. La madre. Apuntes Lacanianos. Grama, Buenos Aires, 2018
- Lacan, J., (1975-1976), El Seminario, libro 4, La relación de objeto, Paidós, Buenos Aires, 2001. p. 121. Pág. 187, 197
- Miller, J.A. El niño, entre la mujer y la madre. Revista Virtualia N° 13. 2005.
- Millot, C. La lógica y el amor y otros textos. Unsam Edita. Buenos Aires, 2021.
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