Una breve puntualización acerca del sentido

Matías Godoy*

La última enseñanza de Lacan signada por lo real y el agujero en el saber conlleva consecuencias en la clínica que continuamos interrogando y formalizando. Lacan formula en “La tercera” que el síntoma es lo que viene de lo real y se alimenta de sentido, [1] definición que decanta en los siguientes interrogantes: ¿De qué manera por medio de lo simbólico se puede incidir sobre el goce del síntoma? ¿Cómo acceder a la pulsión -que por estructura es muda y no precisa del Otro- a través de la palabra?

Si el síntoma no es solo aquello que se dice sino aquello que goza, ineludiblemente la interpretación deberá interceder en una dirección opuesta. No se trata de aportar el supuesto S2 faltante, sino más bien de separar el lazo insensato entre S1-S2, corte que apunte a la abolición del sentido. Como se permite entrever, revelar el sentido oculto que esconde el síntoma es la vía del descubrimiento freudiano; sin embargo, fue el mismo maestro vienés quien se encargó de cernir y bordear ese punto en donde las palabras se detienen: ombligo del sueño, represión primaria, y ese grano de arena en el centro de la perla; fueron los diversos modos en que Freud nombró su propio real.

Ahora bien, que la orientación sea por lo real y su sin sentido, no implica que se rehúsen los usos y efectos del sentido. Es cierto que lo que define nuestra praxis es aquello que hacemos con y contra el sentido. Sin embargo, esto no supone una degradación y un abandono del mismo en la clínica -por cierto, de suma importancia en diversos momentos de una cura-, en todo caso será necesario una nueva relectura del mismo a partir de las últimas elaboraciones del propio Lacan.

Hacia el final de la conferencia que lleva por título “Joyce el síntoma II”, Lacan define el goce del síntoma como el goce opaco que excluye el sentido. Pero inmediatamente agrega una indicación clínica que bien vale la pena considerar:

“Solo se despierta por ese goce, un goce desvalorizado por el hecho de que el análisis, recurriendo al sentido para resolverlo, no tiene ninguna posibilidad de lograrlo sino es dejándose enredar… por el padre”. [2]

Como plantea Lacan en El Seminario 23, prescindir del Nombre del Padre es posible bajo la condición de poder utilizarlo. [3]

Como resultado de lo escrito, vale decir entonces que la clínica psicoanalítica pivotea entre la sopa del sentido y el desierto de lo real, entre el inconsciente transferencial y el real, entre la metáfora y la letra del síntoma, etcétera. Concebir la enseñanza de Lacan de este modo permite sostener una lectura dialéctica atenta a las diversas escansiones y formalizaciones. Ningún progreso ni superación en lo nuevo, ninguna linealidad que concluya en un punto de llegada en donde lo real no nos interpele y nos invite a dar razones de nuestro acto, allí hasta donde lo simbólico lo permita.


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*Coordinador de espacio de formación para residentes del Hospital José A. Esteves de Temperley y en Hospital Zonal General de Agudos Mi Pueblo de Florencio Varela.

NOTAS

  1. Lacan, J., (1974), “La Tercera”, En Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1998, p. 84.
  2. Lacan, J., (1975), “Joyce el síntoma II”, en Uno por Uno, Revista Mundial de Psicoanálisis, n° 45, Eolia-Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 14.
  3. Lacan, J., (1975-76), El Seminario, libro 23, El síntoma, Paidós, Buenos Aires, 2006, p.133.

Imagen: Agradecemos la generosa colaboración de la artista Inés Díaz Saubidet – De la serie Manto rojo, xilopintura, 2020.

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