Foucault y los antecedentes de la censura freudiana

Juan Pablo Mollo*

Según Epicteto, filósofo estoico del siglo I, el examen de conciencia asume la forma de un filtro permanente: no hay que aceptar una representación sin adoptar consigo mismo el papel de un cambista (verifica la autenticidad de la moneda). El punto de control no se localiza en el origen ni en el objeto de la representación, sino en el asentimiento que conviene darle de acuerdo a las reglas de conducta. Cuando surge una representación en el flujo de pensamientos, el trabajo de discriminación es una prueba de poder y una garantía de libertad para calibrar la relación con uno mismo.[1]

La metáfora es retomada por Casiano, Padre de la Iglesia del siglo IV, para el trabajo del monje con sus pensamientos en la práctica monacal.[2] La técnica de vigilancia de los pensamientos apunta a reconocer las tentaciones del mal. El punto esencial ya no será la adecuación de la acción con un principio de conducta estoico, sino el pensamiento mismo. Mientras en la moral antigua el problema era la agitación del cuerpo y las pasiones por acontecimientos exteriores, la dificultad de la vida monástica es la agitación del pensamiento, que impide llegar al objetivo de la contemplación de Dios.[3]

El examen-confesión implica reconocer las ilusiones de Satán y confesarse sistemáticamente; y así, el monje lucha contra los peligros interiores: deseos y concupiscencias que amenazan al alma. Se requiere de no ocultar ningún pensamiento: si los pensamientos son de buena índole no costará confesarlos, pero si se ocultan o se siente vergüenza, ya es un signo del demonio.[4]

Desde el psicoanálisis, la desfiguración onírica surge como un acto de la censura del inconsciente en el paso a la conciencia, que Freud ejemplifica con la “censura rusa” de los periódicos en la frontera.[5] La instancia de observación de sí, es el censor yoico y la conciencia moral, que ejerce la censura sobre los sueños y las represiones de las mociones de deseo no permitidas.[6]

Las pruebas que preconizan Epicteto y Casiano -observa Foucault, siguiendo la pista de la hermenéutica de sí-, evocan una máquina de censura prefreudiana.[7] La función del cambista medieval es descifrar la ilusión y la concupiscencia, para dejar entrar solo la pureza de Dios; la censura freudiana acepta el contenido inconsciente si es suficientemente disfrazado. El cambista de Casiano es un operador de verdad por medio de la discriminación; la censura freudiana es un operador de falsedad por medio de la simbolización.[8]

Diferente es el planteo de Lacan donde la censura es el borramiento de un significante, por una propiedad intrínseca al lenguaje.[9] Se trata de la censura material del significante, sin el censor o la conciencia moral. La censura no es sinónimo de represión, sino la operatividad de la estructura del lenguaje y la condición de base para el armado del inconsciente.

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*Miembro de la EOL, AMP y del IOM.

NOTAS

  1. Foucault, M., (1984), Historia de la sexualidad 3, Siglo XXI, Bs. As., 2008, p. 74.
  2. Foucault, M., Historia de la sexualidad 4, Siglo XXI, Bs. As, 2019, p. 157.
  3. Foucault, M., (1981), Obrar mal, decir la verdad, Siglo XXI, Bs. As., 2014, p. 162.
  4. Foucault, M., Historia de la sexualidad 4Op. cit., p. 160.
  5. Freud, S., (1900-1901), La interpretación de los sueños, Obras Completas, Vol. V, Amorrortu Editores, Bs. As., 1989, p. 523.
  6. Freud, S., (1916), Conferencias de introducción al psicoanálisis, Obras Completas, Vol. XVI, Amorrortu Editores, 1989, p. 390.
  7. Foucault, M., (1978-1984), Estética, ética y hermenéutica. Paidós, Barcelona, 1999, p. 463.
  8. Foucault, M., (1980), El origen de la hermenéutica de sí, Siglo XXI, Bs. As., p.36.
  9. Lacan, J., (1964), El seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales, Paidós, Bs. As, p. 34.

Imagen: Agradecemos la generosa colaboración del artista Marcelo Mendiburu – Trigre, fotografía/collage, 2008.

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