Locuras neuróticas

Ricardo E. Gandolfo*

Los modos en que la locura se extiende sobre los discursos humanos resultan, a quienes siguen la enseñanza de Lacan, demasiado evidentes y precisos.

La ciencia pretende alcanzar un real y muchas veces (pero no siempre) lo logra. Ese movimiento, que se corresponde con una cierta percepción de la castración que afecta a nuestros sistemas de conocimiento, permite distinguir una proposición científica de un delirio.[1]

La locura neurótica, a diferencia de la locura psicótica, tiene un significante que fija que detiene el devenir enloquecido de la significación. Diríamos, para evocar al Lacan del Seminario 19, que hay Uno en la neurosis. El Uno de la neurosis es el Uno del narcisismo, del lamento por existir o de sus quejas por no poder ser. Es también el Uno del amor, al menos entendido como amor narcisista, no es el Uno de la pura existencia. El Uno de la neurosis es un falso Uno, que intenta desviar el fundamento del ser hablante del Uno del goce, que simplemente hay -como afirma Miller.[2]

Hay también un significante privilegiado que es el Nombre del Padre, que parece organizar las significaciones, haciendo surgir un sistema de las mismas a partir de un significante que es -como afirma Freud- un postulado alejado de la existencia materna.

Según esta presencia, que en sí misma no tiene nada que ver con el padre real como lo afirma Lacan en el Seminario 17,[3] las locuras neuróticas se sostienen en ese enunciado; es decir, por una relación del ser a la falta y es en ese precario estatuto del deseo que toda locura puede ser autorizada, sobre todo cuando el sujeto está más convencido por su yo, que por su carencia. Entonces, es cuando se desestabiliza el fantasma y no puede ser precisado con claridad el significante fálico, que la locura neurótica se despliega.

Con esa creencia en el Padre por un lado y con el motor de la falta por el otro, las neurosis montan su espectáculo, que es de dos órdenes sintomáticos: el delirio neurótico y las ilusiones neuróticas.

El delirio neurótico está en el Hombre de las Ratas tratando de pagar una deuda torturante y equivocando a los acreedores¸ las ilusiones en Dora cuando afirma que su padre quiere prostituirla y “experimenta, respecto a su padre un fenómeno significativo, interpretativo, alucinatorio incluso, pero que no llega a producir un delirio”.[4]

También está esa locura en los desórdenes del acto que conducen a frecuentes excesos, donde la acción no está disociada de significaciones inconscientes que mantienen esa acción totalmente inadecuada para el fin pretendido.

Lo interesante de las locuras neuróticas es que su condición no es superada sino por un desplazamiento que es no confiar tanto en el Padre, ni en los efectos de significación, sino más bien en su sinthome, el del sujeto. Sabemos que en la psicosis tenemos el fenómeno elemental como índice de la perturbación, mientras que en las neurosis accedemos a la formación del inconsciente como dato disruptivo. Que una formación del inconsciente se transforme para el sujeto en un acontecimiento y no en una ocasión de tropiezo, es quizás una puerta hacia un más allá de la neurosis y de su locura.

Lo que adviene de la neurosis después de un análisis, se sostiene no por lo universal del Padre, sino por la función singular del sinthome. Hay un goce primario que estando más allá de cualquier interdicción, nos sitúa en la cadena singular de la existencia y no en la dimensión universalizante del Ser, lugar equívoco donde toda neurosis monta su estructura.

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*Miembro del CID-Tucuman del IOM2. Director de la revista Avatares. Poeta.

NOTAS

  1. Cottet, S., “La paranoia exitosa”, Freud y el deseo del Psicoanalista, Ed. Hacia el Tercer Encuentro del Campo Freudiano, Buenos Aires, 1984.
  2. Miller, J.A., El Ser y el Uno, clase del 30 de marzo del 2011, (inédito).
  3. Lacan, J, (1969-1970.), El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1992, p. 134-135.
  4. Lacan, J., (1955-1956), El Seminario, libro 3Las Psicosis, Paidós, Buenos Aires, 1985, p.133.

Imagen: Agradecemos la generosa colaboración de Eduardo Medici – Serie Descomposicionamiento – Técnica mixta, detalle de obra, 2023.

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