Una pincelada sobre el acto suicida

Efrain Ayala López*

En El mito de Sísifo,[1] Camus aborda la cuestión del suicidio desde la filosofía del absurdo. Para él, el sentimiento suicida se gesta en “el silencio del corazón”[2] como una respuesta a lo absurdo de la vida. Y es que hoy en día, el sin-sentido está a la vuelta de la esquina, ya que, ante la declinación de los discursos y el empuje al rendimiento excesivo, hay quienes encuentran viable recurrir al acto suicida como una forma de abordar el sin-sentido. No obstante, el filósofo sostiene que se trata de una paradoja, porque de la muerte y de la vida no sabemos nada. ¿Acaso sabemos lo que es vivir o morir? ¿No será que nos hallamos en medio, entre la vida y la muerte, entre el nacer y el fallecer? Le debemos a Freud una manera de comprender esta encrucijada: mientras que algo de nosotros tiende a la unión (Eros), algo otro tiende a la separación (pulsión de muerte). De modo que, al mezclarse se produce una distensión, un forzamiento que suscita desencuentros entre la satisfacción-displacer, deseo-goce, amor-pasión, principio-final, enmarcados en el circuito de la repetición.

Respecto del suicidio, éste designa un pasaje al acto que no permite elucubración posterior. Como señala Lacan: “El suicidio es el único acto que puede tener éxito sin fracaso”.[3] Sin embargo, antes de llevarse a cabo, la orientación lacaniana propone un saber-hacer-allí[4] con el sentimiento suicida. Comencemos explicitando que, a lo largo de la historia, el suicidio ha adquirido diversas significaciones de gran magnitud. Por ejemplo, mientras que en algunos contextos constituye un motivo de honra y reconocimiento (dar la vida por…), en otros constituye un acontecimiento trágico y devastador, que no pasa desapercibido. Ergo, conmemoramos solemnemente a quienes mueren porque la vida representa un valor incalculable, pero ¿quién se encarga de inscribir un valor a la vida misma si no es el Otro?

Por ende, aseveramos que el acto suicida apunta a la separación del discurso del Otro, pues más allá de quitarse la vida, el sujeto busca su propia libertad por fuera de lo simbólico, sin el recurso de los semblantes. Por eso Miller plantea que “para ilustrar la disyunción del sujeto y el Otro no hay mejor ejemplo que el suicidio”.[5] Entonces, el suicidio sería el garante de la separación absoluta respecto al Otro por vía de lo real, donde opera un “goce separador”.[6]

Dicho lo anterior, la experiencia analítica ofrece otra modalidad de separación del discurso del Otro. Me refiero a la libertad del peso mortificante del significante amo sin tener que recurrir al “sacrificio totalizante”.[7] En pocas palabras, se trata de la salida por el síntoma devenido en sinthome. Ahí ubicamos una des-identificación al significante amo y una nueva identificación a la singularidad de cada uno, identificación que posibilita el vivir distanciado del Otro, ya no como sujeto sino como parlêtre, fundado en el Uno-solo. Volviendo a Miller: “Identificarse con eso, ser su sinthome, es librarse, después de haberlas recorrido, de las escorias heredadas del discurso del Otro”.[8] Así pues, frente al suicidio, el psicoanálisis apuesta por la invención de nuevas libertades.

*Practicante de psicoanálisis en Santiago de Querétaro, México. Lic. en Psicología Clínica con mención honorífica por la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). Estudiante de la Maestría en Psicología Clínica por la misma universidad (posgrado que mantiene lazos con la NEL cf-Ciudad de México).

NOTAS

  1. Camus, A., El mito de Sísifo, Alianza, Madrid, 1995.
  2. Ibid.; p. 17.
  3. Lacan, J., “Televisión”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2018, p. 568.
  4. Lacan, J., (26-02-1977), Seminario 24, L’insu…, Inédito.
  5. Miller, J.-A., Los signos del goce, Paidós, Buenos Aires, 1999, p. 195.
  6. Seldes, R., “Patología de la esperanza y el odio de sí”, Virtualia, Revista digital de la EOL (40), año XV, octubre 2021, p. 117.
  7. Ibíd.,
  8. Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2014, p. 140.

Imagen: Agradecemos la generosa colaboración de Silvia Battistuzzi – Pangea – Técnica mixta sobre tela en bastidor, detalle de obra, 2018.

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