Devenir analista, transferencia y Escuela

Gabriela Cuomo*

El deseo del analista es la respuesta de Lacan a los desvíos posfreudianos en la formación analítica, se instituye como operador central en la política del psicoanálisis. En su escrito “Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista”[1] ubica el deseo sostenido en una relación de desconocimiento con el objeto que lo causa, y adscribe a la estructura del fantasma esa función de desconocimiento. El franqueamiento del fantasma entonces como vía de acceso al deseo del analista es solidario de la localización de lo que en el inconsciente resta, como imposible de negativizar y de absorber por las ficciones; resto que Lacan empalma con el goce bajo la figura de “el color sexual de la libidocolor-de-vacío”.[2] Si a partir de ese franqueamiento se verifica que hay del psicoanalista,[3] se tratará de encarnar para otros en la transferencia el lugar de esa causa desconocida e irreductible del deseo.

Miller retoma el problema de la formación del analista en su conferencia de 2008 “Cómo se deviene psicoanalista en los inicios del siglo XXI”.[4] Está en juego, en la doctrina del pase en Lacan, una elaboración sobre la transferencia y sus derivas para quien se ha curado del sujeto supuesto saber. Dice Miller: “No durarán como psicoanalistas más que a condición de permanecer […] psicoanalizando la propia relación al sujeto supuesto saber, porque el inconsciente de ustedes no se reduce a cero […] está siempre ahí, con el deber que se les impone de continuar descifrándolo, leyéndolo, viviendo y pensando con él”.[5] Si en otro texto Miller vincula el deseo del analista, en tanto deseo de ser analista, con la terapéutica de la patología neurótica;[6] en esta conferencia resalta el devenir para señalar esa posición analizante que no se clausura al final del análisis, y que abre la puerta a la Escuela como soporte de la transferencia. En su curso El banquete de los analistas,[7]divide aguas entre el horror al saber propio de la neurosis, velado por el amor al saber que sostiene la transferencia en el análisis; y el deseo de saber emergente al final del análisis como motor que impulsa hacia la transferencia de trabajo en la Escuela, para producir saber.

El pase y la Escuela tienen una finalidad de transmisión exotérica: una enseñanza que se desprende como bien decir del pasaje del saber supuesto al saber expuesto: “queremos analistas que sean analizantes, analizantes perpetuos, que le arranquen incesantemente al sujeto supuesto saber que no existe trozos de saber, tanto más preciosos por ser raros y singulares”.[8]

Alterificación[9]del sujeto en el final del análisis que no conduce a una nueva identificación sino a la vía de Lacan: orientarse por el objeto como resto refractario a todo intento de captura en el ser. Suelo propicio a la invención, cada vez, del psicoanálisis por cada analista.

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*Docente en Fac. Psicología (UBA), cátedra Psicoanálisis Freud, desde 2006. ATP hasta 2018, JTP desde 2019.Miembro de EOL y AMP.

NOTAS

  1. Lacan, J., (1964) , “Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista”, Escritos 2, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2001, p. 832.
  2. Ibid.,
  3. Lacan, J., (1969), “El acto psicoanalítico”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 399.
  4. Miller, J.-A., “Cómo se deviene psicoanalista en los inicios del siglo XXI”, El Caldero de la Escuela-Nueva Serie N° 15, Grama, Buenos Aires, 2011.
  5. Ibid.,
  6. Miller, J.-A., “Consideraciones sobre los fundamentos neuróticos del deseo del analista”, Freudiana 63, 2011.
  7. Miller, J.-A., El banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 179-212.
  8. Miller, J.-A., “Cómo se deviene psicoanalista en los inicios del siglo XXI”, op. cit.
  9. Miller, J.-A., El banquete de los analistas, op. cit.

Imagen: Agradecemos la generosa colaboración de Martin Gurfein – Letras/10, fotografía, detalle de obra

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