El lugar de la transferencia y la exigencia de contemporaneidad

Leandro Hocquart*

Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso decía que toda fisura en la devoción es una falta, que en el caso de los enamorados queda velada por el lugar en que es colocado el objeto de amor, de esta manera el sujeto llega a anular al objeto amado bajo el peso del amor mismo.[1]

Metafóricamente hablando, a partir del acontecimiento Covid-19, todas aquellas significaciones sostenidas por las dominancias de la ciencia han quedado alteradas. Ésta, seguida de su séquito de enamorados se encuadra en una relación al saber que desconoce la división del sujeto reduciéndolo al dato. En contraposición, en su libro Introducción al Método Psicoanalítico, Jacques-Alain Miller dirá que el sujeto es “un error en los cálculos”[2] organizado en torno a una praxis orientada por la ética de lo singular.

Considerar los principios por sobre los patrones, sigue siendo la brújula que asiste a la clínica y las producciones teóricas que se desprenden de esta, de manera que si bien hemos sido sorprendidos por un real sin Ley que hoy toma la forma de acontecimiento y que se impone en nuestras prácticas, es esto mismo lo que nos invita a repensar lo habitual y el modo transferencial posible bajo la exigencia de contemporaneidad.

Si los envoltorios sintomáticos no son los mismos y el analista ha debido interrogarse permanentemente por su lugar en la transferencia, es solo gracias a un acto de audacia que lo compromete con su tiempo. Aggiornarse a la época sin perder rigurosidad ética sigue teniendo como fundamento el valor de la palabra diferenciada en sus tres niveles: el de los dichos (lo que dice), el del decir (lo que no dice) y de lo que secretamente el hablante, como búsqueda de reconocimiento, aspira obtener: una identificación, un nombre para su ser, proveniente del Otro.[3]

Ese lugar ocupado por el analista que hace las veces de Otro significante oracular, sigue estando presente todavía en la medida en que tengan validez las premisas siguientes: la única manera de gozar es teniendo un cuerpo, y la única manera de bordear algo de lo real en juego en un proceso analítico es hablando, todavía a costa de no decirlo todo y que por tal motivo algo no sea posible de interpretar.

Considerar lo no-dicho del hablante ya no como significante sino como objeto a en tanto plus de gozar obedece a una lectura del ser en el mundo asemántica. En función de esto las transformaciones en la relación transferencial es lo que permite seguir escuchando los envoltorios en los que se presentan los síntomas y los ajustes que un sujeto ha podido encontrar de manera inventiva a su sinthome, a su modo de ser en el mundo, en un acto que le devuelva todo su valor al cuerpo como el único medio para traducir un plus de goce. Un lugar para el analista que permita escuchar amplificadamente un significante insensato aludiendo en dirección a la opacidad del goce singular.

El acontecimiento COVID-19 es una nueva oportunidad de considerar el modo transferencial posible que desde la virtualidad demanda lo contemporáneo. Poniéndonos al trabajo con Lacan a través del lazo a la Escuela para revisar el cuerpo teórico, también conmovido, y sus posibles aplicaciones en la actualidad.

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* Integrante del IOM2, grupo en formación de Puerto Madryn.

NOAS

  1. Barthes, R., Fragmentos de un discurso amoroso, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2011.
  2. Miller, J., Introducción al Método Psicoanalítico, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2004.
  3. Gorostiza, L., “El principio de lo Ininterpretable”, Revista de Psicoanálisis del Nuevo Cuyo N°1, Ed. Grama, 2003.

Imagen: Agradecemos la generosa colaboración de Martin Gurfein – Invisible/ Amarillo 1, fotografia, detalle de obra.

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