Marioneta del decir y Otra satisfacción

Jorge Luis Rivadeneira*

La relación entre cuerpo y lenguaje constituye uno de los puntos esenciales de las construcciones conceptuales en psicoanálisis. Es por ello que tanto en Freud, Lacan o Miller, encontraremos diversas conceptualizaciones a lo largo de sus elaboraciones. Trataré de detenerme para el presente trabajo en algunas de ellas para ubicar dos cuestiones. Por un lado, la idea del cuerpo como marioneta y por otro lado, el estatuto del cuerpo en tanto síntoma.

Antes de pasar a los dos puntos mencionados, es necesario volver a Freud para mostrar cómo ya en su elaboración del concepto de pulsión, el cuerpo y el lenguaje están en una relación dialéctica.

Freud precisa en 1915: “Si ahora, desde el aspecto biológico, pasamos a la consideración de la vida anímica, la `pulsión´ nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal”.[1] Esta clásica referencia a la pulsión presenta varias dimensiones. En principio, y para articularlo a los dos puntos señalados anteriormente, podríamos preguntarnos de dónde nace ese representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y cuál es esa exigencia de lo anímico en esa trabazón con lo corporal. ¿Podemos ubicar en una y otra las ideas del cuerpo como marioneta y el cuerpo como síntoma?

Respecto de lo primero, Miller nos dice en el texto “La ponencia del ventrílocuo”: “Somos todos ventrílocuos. El sujeto no le habla al otro. El sujeto se habla a sí mismo. Se habla a sí mismo a través del otro. Se habla a través de la marioneta del otro”[2]. Miller aclara allí que “Hay que ser psicótico para pensar que somos nosotros la marioneta del otro”,[3] sin embargo, no deja de ubicar un efecto de marioneta en la estructura del lenguaje. Por ello, “El sujeto queda condenado al monólogo, al monólogo autista de su goce, a la homeostasis de la pulsión”.[4] Esto, dice Miller, trae una problemática ligada a la interpretación, y nos ofrece dos modelos, la interpretación que toca la identificación y la interpretación que toca el fantasma, por supuesto, íntimamente ligados. En los dos casos se trata de algo que produce una caída del objeto.

Pero plantea “la necesidad de una nueva disciplina de la interpretación”[5] en tanto “la situación es distinta si uno parte desde el punto de vista de que el significante trabaja primero para el goce y tiene la misma trayectoria que la pulsión”.[6]

Encontramos en la lectura de Miller un pasaje del “querer decir” al “querer gozar”, en tanto el primero se halla ligado a la lógica de la marioneta, al monólogo donde no se pone en juego un real; y lo segundo introduce lo imposible inscripto en el síntoma, en el real que introduce aquello que no anda, y que da cuenta de que eso no quiere decir, sino que “eso goza”.

En El Partenaire-Síntoma, Miller también trabaja sobre esta perspectiva, para ubicar que “Lo que es real en el síntoma es que ese funcionamiento está al servicio del goce del cuerpo viviente”,[7] diferente al monólogo de la marioneta.

En el mismo curso, se preguntará acerca de qué es un síntoma, tomando como referencia “Inhibición, síntoma y angustia” de Freud, para responder que “es imposible responder que el síntoma se descifra, es imposible responder que el síntoma quiere decir algo”.[8] Así, el síntoma es un devenir anómalo de la pulsión, en tanto ofrece otra satisfacción en el cuerpo viviente.

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*Integrante del CID Tucumán del IOM2. Perito Psicólogo del Poder Judicial de Tucumán. Maestrando de la Maestría en Clínica Psicoanalítica (UNSAM).

NOTAS

  1. Freud, S., (1915), “Pulsiones y destino de Pulsión”, Obras Completas, Vol. XIV. Amorrortu, Buenos Aires, 1992, p. 117.
  2. Miller, J.-A., “La Ponencia del Ventrílocuo”, Introducción a la Clínica Lacaniana, Barcelona, RBA libros, 2007, p. 443.
  3. Ibid.,
  4. Ibid.,
  5. Ibid., p. 450.
  6. Ibid.,
  7. Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 60.
  8. Ibid., p. 81.

Imagen: Agradecemos la generosa colaboración de Marita Manzotti – Serie Universos íntimos, fotografía, detalle de obra, 2022.

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